A medida que tu hijo se convierte en un preadolescente y luego en un adolescente, es posible que te preguntes: “¿Qué le pasó a mi dulce niño?”. No presta atención a lo que le dices, se burla de cada una de tus palabras y cierra la puerta de golpe y con rabia cuando te atreves a preguntar qué tareas tiene que hacer hoy.
Y eso es en un buen día. En los peores días, puede sentir que todo lo que haces es regañar, reprender y cuestionar. Para hacerlo más desconcertante, de repente las reglas sobre disciplina han cambiado. Las (enlace en inglés) han encontrado que los chicos responden de manera diferente a la disciplina a medida que crecen, por lo que funcionó para tu hijo de primaria, podría ser contraproducente para tu hijo de escuela intermedia o secundaria.
Mientras que a los niños más pequeños les va mejor con comentarios positivos, los mayores pueden responder a los comentarios negativos. Los expertos en desarrollo piensan que esto se debe a que ahora pueden lidiar con procesos de pensamiento más complicados. “Vaya, hice esto mal, y esta es una mejor manera de hacerlo”. Por el contrario, los niños más pequeños solo quieren saber cuál es la mejor manera de hacer algo.
Aunque criar a un adolescente puede ser agotador y, a veces, desalentador, este no es el momento de bajar la guardia disciplinaria. Lo que está en juego es potencialmente mucho mayor ahora, con la posibilidad de que cosas relacionadas con los adultos, como el sexo y las drogas, se conviertan en una realidad en la vida de tu hijo.
Entonces, si puedes evitar los siguientes errores disciplinarios comunes y mantener abiertas las líneas de comunicación con tu adolescente, lo más probable es que se convierta en un joven fuerte y seguro.
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Exagerar
El problema: Tu hijo llega a casa media hora más tarde de lo permitido de una fiesta y lo castigas. Saca una C en su boleta de calificaciones, lo castigas. Vuelve a perder su billetera, lo castigas. De hecho, parece que pasas la mayor parte del tiempo imponiendo castigos, y nadie es feliz. Estás agotado por jugar a ser policía y él se siente derrotado, resentido y atormentado.
En su lugar, intenta esto: A medida que tu hijo llega a la adolescencia, debes ajustar tus reglas para adaptarte a su nuevo nivel de madurez. No tienes que castigarlo por cada infracción. A veces, es mejor utilizar un error para ayudarlo a aprender una lección de vida, lo que popularmente se conoce como un momento de enseñanza.
Si recibe una multa por exceso de velocidad, probablemente ya se haya asustado al tener que lidiar con la policía. Así que usa el incidente como una forma de ayudarlo a hablar sobre lo que hizo y ayúdalo a descubrir cómo mejorar las cosas. Por ejemplo, pregúntale a tu hijo cómo va a pagar la multa. Esto lo ayudará a comenzar a pensar por sí mismo (¡y lo hará pensar dos veces la próxima vez que sienta la tentación de pisar el acelerador!).
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dzó
El problema: Has establecido la regla de que tu hijo tiene que hacer su tarea antes de pasar el tiempo navegando en internet. Pero cuando lo encuentras en la computadora con la tarea sin terminar, dice: “Eso no es justo. Tengo que entregar la tarea de inglés en dos días. Solo quiero terminar de chatear. Terminaré la tarea tan pronto como llegue a casa mañana. Lo juro”. Estás cansado de pelear, entonces piensas: “Oh, ¿por qué no?”.
En su lugar, intenta esto: Mantente firme. No ha seguido las reglas y no puedes dejar que tenga el control de la situación, arrastrándote a una discusión sin salida. Dile que una vez que haya terminado la tarea, puedes hablar más sobre esa regla y, tal vez, refinarla un poco. Pero, por ahora, necesita centrarse en el problema principal: no ha terminado la tarea y debe hacerlo. Si cedes en una negociación, tus batallas nunca terminarán. En cambio, al mostrarle que tus reglas son estrictas y firmes, dejará de ponerte a prueba.
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Ser su amigo
El problema: Tu hijo te pide quedarse despierto hasta las 11:00 p.m. en un día entre semana para ver una película en la televisión. Para reforzar su caso, te dice que “todos los chicos en la escuela se quedan despiertos hasta tarde todo el tiempo”. No quieres que tu hijo piense que no eres genial y no quieres que sea el único cuyos padres lo obligan a irse a la cama temprano. Entonces, dices que sí.
En su lugar, intenta esto: No eres un amigo de tu hijo. Eres su padre. Aunque en muchos aspectos puede actuar como un adulto joven, todavía necesita que le pongas límites. Los preadolescentes y adolescentes se están manejando en un nuevo territorio (¡otra vez lo del sexo y las drogas!) y necesitan la tranquilidad de saber que sus padres todavía están allí, estableciendo y haciendo cumplir las reglas. También necesitan saber que tú les brindas la seguridad que necesitan ahora más que nunca. Recuérdale a tu hijo que aún debe seguir las reglas de la casa.
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