¿Es la gratitud adolescente un oxímoron? Christine Carter puede ser una de las personas más calificadas del planeta para responder a esta pregunta.
Durante dos décadas, la autora de (enlace en inglés) y miembro senior del Greater Good Science Center ha estado pensando, enseñando y escribiendo sobre los extraordinarios beneficios de cultivar una vida de gratitud.
Hay más. Sucede que Carter tiene cuatro adolescentes que viven actualmente bajo su techo, de 14, 15, 16 y 17 años. No solo pretende predicarles sobre la gratitud adolescente a otros padres; lo vive, multiplicado por cuatro, en casa.
Desde el momento en que sus hijas pudieron sentarse a la mesa y armar una oración, Carter inició una práctica a la hora de la cena de hacer que cada miembro de la familia dijera algo por lo que estaba agradecido. Después de volver a casarse con alguien con dos hijos por su cuenta, Carter ha mantenido diligentemente la llama de la gratitud encendida, haciendo todo lo posible para asegurarse de que los cuatro adolescentes se alejen lo más posible de sentir que merecen todo y se sumerjan en sentirse agradecidos por lo que tienen en lugar de centrarse en lo que no tienen.
“Tengo que tolerar muchos desaires”, admite Carter, quien dice que, aunque practica lo que predica, los adolescentes son un hueso duro de roer cuando se trata de acatar lo que ella propone: la idea de que estar auténticamente agradecidos por sus vidas y los regalos que se les hayan dado los hará más felices. A veces se desconectan o se resisten abiertamente a la lección de gratitud bien intencionada del día. “Mis hijos ya están cansados de eso”, agrega Carter riendo.
Sin embargo, ella persiste. Carter está apostando a que cultivar una cultura de gratitud dará sus frutos, que una vez que sus adolescentes se hayan convertido en adultos, dejarán de resistirse y comenzarán a caminar por el camino de la gratitud.
Beneficios inesperados de la gratitud
Pero ¿por qué esta actitud de gratitud es tan importante para Carter y para un campo creciente de expertos en desarrollo infantil? Porque a menudo se reconoce que la gratitud es la fuente de la que se derivan otras virtudes que forman el carácter. Y un creciente cuerpo de investigación sobre los adolescentes y la gratitud está descubriendo que los preadolescentes y adolescentes que regularmente tienen un sentido de gratitud, es decir, reconocen los dones que otorga la vida, se benefician de maneras esperadas e inesperadas.
Giacomo Bono, coautor de un importante estudio del 2011 titulado “Midiendo la gratitud en la juventud”, descubrió que los niños de 14 a 19 años que aprecian lo que tienen pueden más fácilmente formar amistades y lazos familiares fuertes y saludables, y obtener mejores resultados académicos. También experimentan niveles más bajos de ansiedad y depresión, un hallazgo significativo dado el fuerte aumento de ambos en los niños. Según el Instituto Nacional de la Salud Mental, el 25 por ciento de los adolescentes sufren de ansiedad. En resumen, según el estudio, “los adolescentes agradecidos parecen ser adolescentes felices”.
Bono, profesor asistente de psicología en la Universidad Estatal de California, Dominguez Hills y coautor del libro , (enlace en inglés) dice que, para empezar, es esencial comprender lo que no es la gratitud: no se trata solo de escribir notas de agradecimiento para tu tía y recordar decir “por favor” y “gracias”. Esas habilidades sociales básicas entran en el espectro del agradecimiento, pero la gratitud es mucho más que ser cortés, dice Bono. “Es un camino espiritual que te lleva a ser tu mejor versión”.
Bono agrega que el truco es ayudar a los adolescentes (tan típicamente afligidos por una visión miope del mundo de “todo se trata de mí”) a descubrir que estar agradecido no solo les sirve a los demás, sino que los ayuda a ellos. Sentirse agradecido puede ser el antídoto durante los años de la adolescencia (a menudo problemáticos) para que se sientan menos aislados, incomprendidos y alienados. “Cuando reaccionan ante la bondad siendo bondadosos, no se sienten tan solos. Sienten que importan. Desarrollan más competencia social y emocional”, dice Bono.
Como director del Youth Gratitude Project, que proporciona recursos para enseñar la gratitud a las escuelas preescolares, primarias, intermedias y secundarias, Bono ha visto cómo la gratitud mejora las relaciones de los niños.
Pero como cualquier padre sabe, una cosa es instruir a los niños en la escuela sobre cómo ser mejores personas. Otra muy distinta es fomentar la gratitud en casa, donde los niños y adolescentes pueden ignorar los consejos bien intencionados de sus padres.
Ver el lado positivo de las cosas
Incluso cuando Carter se enfrenta a la resistencia de sus adolescentes, vale la pena el esfuerzo. El objetivo es tener un adolescente y, en última instancia, un adulto, que no esté crónicamente frustrado y decepcionado (añorando lo que no tiene). Se trata de criar a alguien que pueda encontrar alegría en lo que tiene.
Con los adolescentes en particular, la pregunta no es si deberías enseñarles a ser agradecidos, dice Carter. Es cómo lo haces.
“Puedes hacerlo con sigilo”, dice Carter, quien describe a los adolescentes como profesionales en “resistirse a la gratitud”. Si tratas de imponerles el ser agradecidos, es posible que corran en la dirección opuesta. “Si yo, como padre, le pido a mi hijo que reflexione sobre aquello por lo que se siente agradecido, el mensaje subyacente es: ‘Necesitas estar agradecido conmigo y con todo lo que he trabajado tan duro para darte’”. Parte de su formación como adultos es desarrollar su propia personalidad, y se resisten a reconocer “al padre dedicado que solo quiere un poco de consideración. Esto puede resultar muy pesado para ellos”, agrega Carter.
De modo que Carter confía en otra virtud esencial del carácter: la perseverancia. Sus hijos pueden suspirar y sentirse incómodos, pero saben que todas las noches a la hora de la cena, la gratitud estará en el menú. No siempre los obliga a participar. Simplemente modelar la gratitud ayuda a pavimentar el camino, dice. Así que se toma el tema con gracia. “Les digo: ‘Ustedes pueden burlarse de mí, pero en algún momento durante la cena, voy a hablar sobre algo bueno que sucedió’”.
En sus estudios sobre lo que funciona para enseñarles a los adolescentes a ser agradecidos, Bono dice que la clave es que los adolescentes no sientan que se les obliga a sentirse agradecidos, sino que se les anima a pensar y expresar lo que se sienten afortunados de tener.
Las actividades que llevan a los adolescentes a ver más allá de sí mismos también ayudan a fomentar un sentido de gratitud, dice Bono. Sí, entregar ropa a los sobrevivientes del huracán ayuda a los adolescentes a tener una perspectiva de su buena suerte. Pero, agrega Bono, “también puede ser tan simple como hacer que ayuden a los niños más pequeños del hogar”.
Carter dice que regularmente les hace preguntas a sus hijos que los animará a enfocarse en lo bueno, en lugar de en lo malo. “Puedes preguntar: ‘¿Qué es lo mejor que te ocurrió hoy? ¿Cómo van las cosas? Cuéntame de algún momento feliz’”.
Este artículo es parte de una serie de artículos sobre cómo la ciencia del desarrollo del carácter puede ayudar a los padres a promover la honestidad, la diligencia, la gratitud, la generosidad, el ó y la curiosidad en sus hijos.
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