Todos los días Gavin se levanta a las 6 de la mañana porque . Encerrado en su habitación con auriculares que eliminan los ruidos, Gavin se debate durante dos horas para dejar de soñar despierto y así poder entender y memorizar la lista de tareas para el día. Lee las tareas una, dos y hasta tres veces, subrayando información y escribiendo (con una ortografía terrible) notas en fichas amarillas que estudiará una y otra vez a lo largo del día.
Gavin ya no es el “niño lento” de la escuela con problemas de acoso y baja autoestima. Pero solía serlo. El apellido de Gavin es Newsom. Se trata del Gobernador de California; el líder a cargo de 39 millones de personas y de la quinta economía más grande del mundo. Tiene 55 años y sigue sufriendo de dislexia. Es incluso coautor de un libro sobre el tema: (El Gran Acierto de Ben y Emma). Sin embargo, no fue sino hasta los 20 años que Gavin comenzó a darse cuenta de su lado creativo y que su dislexia también era una fortaleza. Esta es una conclusión a la que muchos niños con dislexia llegan eventualmente.
“Rayo”, apodado así por sus compañeros por lo lento que era para trabajar, necesitaba tiempo extra para terminar la tarea, nunca completaba las preguntas de ensayo en las pruebas y su estómago debía estar lleno de goma por todos los borradores de lápices que mordía y tragaba durante las pruebas de matemáticas. A pesar de esto, ganó el concurso estatal de poesía entre escuelas secundarias cuando apenas cursaba el décimo grado y llegó a ser publicado en cuatro revistas nacionales antes de graduarse con una posición intermedia dentro de su clase. Este chico elocuente, atlético e inteligente (quien prefiere mantener el anonimato) es lo que se conoce como “doblemente excepcional”: es superdotado y disléxico a la vez. Es un lector lento, aunque reflexivo, cuya escritura laboriosa afecta su desempeño en las pruebas escolares y cuya capacidad de memorización es muy inferior a su capacidad de generar imágenes.
Hasta hace poco, la idea de que los problemas en la escuela y la superdotación pudieran ocultarse entre sí resultaba demasiado paradójica como para ser aceptada de manera general. Pero eso es historia del pasado. Tal vez.
La dislexia afecta al . Siendo por mucho la diferencia de aprendizaje más común, la dislexia afecta la capacidad del niño para la lectura, escritura y ortografía. Pero ¿es acaso un problema imposible de superar? Por supuesto que no. Gavin Newsom no es una excepción a la regla. El (Centro Yale para la Dislexia y la Creatividad) afirma: “Muchas personas superdotadas, en lo más alto de su profesión, son disléxicas… a menudo son pensadores sagaces y creativos”. La lista de famosos con diferencias de aprendizaje incluye atletas (Michael Phelps, Magic Johnson), actores (Keanu Reeves, Cher, Danny Glover, Whoopi Goldberg, Salma Hayek), empresarios (Richard Branson, Charles Schwab), músicos (Justin Timberlake, Adam Levine, Harry Belafonte), científicos (Bill Hewlett), escritores (Avi, John Irving) directores de cine (Steven Spielberg), políticos, médicos y muchas otras profesiones.
Los niños doblemente excepcionales (superdotados y a la vez con diferencias de aprendizaje) tienen patrones irregulares de triunfos y dificultades que suponen un acertijo para los educadores tradicionales. A los estudiantes que se les brinda apoyo y comprensión tienen más probabilidades de ser exitosos, como es el caso de Gavin y de “Rayo”. Sin embargo, cuando los niños con talento que tienen problemas en la escuela solo son reconocidos por sus flaquezas, podrían desarrollar sentimientos negativos hacia sí mismos, hacia la escuela o hacia la sociedad en general. Alternativamente, puede que opten por ocultarlo.
Por qué ocultarlo no es la solución
Recuerdo a Charlie, el portero de un modesto edificio neoyorquino, cuyos intentos de ocultar un problema casi le costaron su empleo. Una inquilina que admiraba la combinación de sagacidad y energía de Charlie siempre se había preguntado por qué el portero no estaba dirigiendo un bufete de abogados en el centro de la ciudad o dedicándose a alguna actividad más exigente. De forma egoísta, la inquilina se alegraba por la calidad del servicio que prestaba Charlie, pero no dejaba de sentirse desconcertada.
Un día, la inquilina estaba a la espera de un correo que era indispensable para el trabajo a computadora que estaba haciendo en el piso de arriba. Ya que no quería interrumpir su proyecto, llamó a la planta baja y le preguntó a Charlie si podía revisar el correo de la mañana, encontrar su carta y llevársela al piso de arriba. La respuesta de Charlie la desconcertó: el encargado de organizar el correo aún no había llegado. El trabajo de Charlie consistía en vigilar la puerta y no debería hacerse responsable por el trabajo de alguien más. La inquilina se puso furiosa. “¡Demonios, Charlie! El invierno pasado te di una buena propina. Ahora te pido un pequeño favor y te niegas a ayudarme. ¿Cuál es tu problema?”.
La inquilina arrancó su abrigo del perchero, golpeó el botón del elevador, llegó hecha una furia al vestíbulo y le habló a Charlie con rudeza. “¿Dónde está el correo? Lo haré yo misma. Esto no te dejará bien parado en la reunión de la junta directiva”.
“Lo siento. Lo haría si pudiera. De verdad”.
El tono de voz de Charlie hizo que la inquilina se fijara en él. Cabizbajo y temblando de pies a cabeza, repitió: “Lo siento. Lo haría si pudiera”.
“Oh, cielos, Charlie. ¿No sabes leer?”.
“No. Nunca aprendí”.
“¿Y cómo te graduaste de la escuela?”.
“Fingiendo. Fingí hasta el final. Supongo que eso es lo que soy. Una farsa”.
Existen formas de ayudar a todos los Charlies del mundo, incluso a mediana edad, pero qué triste que haya tenido que esperar tanto tiempo, usando su energía para ocultar su condición en lugar de usarla para alcanzar el éxito.
Un asegura que la dislexia no debería ser considerada como una “discapacidad” porque las personas que la padecen tienen fortalezas cognitivas para la creatividad, imaginación y curiosidad. El cerebro de las personas con dislexia se especializa en explorar lo desconocido para ayudar a la humanidad a adaptarse a un entorno cambiante. La doctora Helen Taylor, autora principal del informe, señala: “”.
¡La dislexia y otros rasgos cognitivos únicos son valiosos y necesarios para el futuro!
¿Qué pueden hacer los padres?
Una incómoda verdad, revelada en , es que las instituciones correccionales, tanto para jóvenes como para adultos, están llenas de reclusos que no sólo son prisioneros de los barrotes de sus celdas, sino también de su analfabetismo. Se trata de personas con diferencias de aprendizaje que canalizaron sus energías para atacar a un sistema que no les brindó el apoyo que necesitaban. indicó que el 47 por ciento sufría de dislexia.
Y entonces, ¿qué pueden hacer los padres? ¿Cómo ayudas a un niño a sobrellevar la situación en lugar de que abandone la escuela, evada sus responsabilidades o se haga daño a sí mismo? Primero, recuerda que nadie conoce a tu hijo mejor que tú. Siéntate con un bloc de notas y dibuja una línea en el medio de la página. En una columna escribe los escenarios y situaciones en los que tu hijo se destaca y se siente feliz. En el otro lado, escribe las cosas que hacen que tu hijo se sienta inquieto, infeliz, asustado, frustrado o fracasado. Expande la lista a lo largo del tiempo.
Posteriormente, haz una lista de los próximos cursos académicos de tu hijo, mencionando en cuáles tiene más probabilidades de tener éxito y en cuáles podría tener dificultades. Preferiblemente con ayuda de tu hijo, habla con los maestros de la columna de los cursos favorables: “Jenny/Johnny está (o “Yo estoy”) muy emocionado por asistir a su clase. Es una de sus asignaturas favoritas. Agradeceremos cualquier proyecto que pueda incluir entre las tareas tanto para el aula como para el hogar”. Habla con los maestros de las asignaturas difíciles antes de que inicie el curso. “Jenny/Johnny se esforzará (o “Yo me esforzaré”) al máximo, pero esta área siempre ha resultado compleja. Ayudaremos en todo lo que podamos. ¿Tiene alguna sugerencia o basta con mantener una buena comunicación a lo largo del semestre? Intentemos solucionar cualquier problema con antelación”.
Y recordemos que aunque una flaqueza que no se atiende es mala, un talento que no se ejerce es aún peor. Reserva tiempo, dinero y energía psicológica para poner los talentos en práctica o para intentar una actividad nueva, así como para el trabajo correctivo. Asegúrate de mantener vivo el talento y la alegría de tu hijo junto al trabajo regular de la escuela (o a pesar de él).
Obtén toda la ayuda externa que necesites.
Generalmente, los padres no pueden ser los maestros de su hijo. Los niños con diferencias de aprendizaje necesitan privacidad para trabajar en sus áreas de dificultad con ayuda de un profesional. Busca a un especialista en el que confíes y déjalo en sus manos. No te involucres directamente y dedícate a brindar apoyo desde el banquillo.
No pongas toda la atención en tu hijo.
Asegúrate de tener una vida propia que sea visible para tu hijo. Prueba cosas nuevas: claqué, crucigramas, fotografía o yoga. Que tu hijo te vea enfrentando nuevos retos.
Progreso y positividad, no perfección
Finalmente, recuerda que el perfil de fortalezas y debilidades de tu hijo se parecerá más a un dibujo de los Alpes que a una colina con ondulaciones suaves. ¡Celebra el progreso!
Un estudiante capaz de resolver problemas matemáticos con facilidad podría tener problemas de ortografía o comprensión lectora. El más parlanchín podría tener problemas para plasmar sus ideas y palabras en papel. El experto en ciencias podría tener problemas con las lenguas extranjeras. Los picos escarpados ofrecerán momentos de emoción y paisajes espectaculares, aunque el trayecto lleno de subidas y bajadas podría sentirse como una montaña rusa.
Los padres necesitan preparar el terreno eliminando la mayor cantidad de obstáculos posibles y brindando condiciones óptimas para el trabajo. Tenemos que celebrar las cosas en las que nuestro hijo sobresale. Y, como padres y educadores, tenemos que vivir con alegría, con nuestros hijos, pero no para ellos o a ٰé de ellos.