Recuerdo con cariño que mi hijo Luis, cuando tenía 3 años, me ayudaba a tender la cama. Creó un juego que consistía en ayudarme a estirar las sábanas para posteriormente aplanarlas. Se volvió costumbre que cada vez que intentaba estirar las fundas sacudiéndolas en el aire como una carpa, Luis se lanzaba sobre la sábana o se metía debajo de la misma, riéndose a carcajadas. Aunque yo solía estar con prisas todo el tiempo, no podía evitar reírme con él.
Han pasado 10 años desde entonces, y las tareas del hogar ya no son motivo de alegría (video en inglés). Sin embargo, Luis, ahora de 14 años, y Lila, de 10, están acostumbrados a ayudar con las tareas del hogar. Entre los dos, ayudan a cocinar, barrer, limpiar las habitaciones, hacer labores de limpieza en general y cuidar al perro, a los periquitos y a los pollos. Sin embargo, tal parece que esperar que nuestros hijos contribuyan en las tareas del hogar nos hace parte de la minoría.
Una encuesta del 2014 de Braun Research descubrió que, aunque un 82 por ciento de los 1.001 adultos estadounidenses encuestados afirmó haber realizado tareas del hogar de forma regular durante su infancia, tan solo un 28 por ciento le exige a sus hijos que hagan lo mismo. Aunque el tiempo de muchos niños es absorbido por actividades extracurriculares, que van desde clases de baile y actuación hasta clases particulares y equipos deportivos, – sin mencionar las redes sociales – los expertos en la crianza desaconsejan descartar las tareas del hogar.
“Los padres de hoy en día quieren que su hijo dedique tiempo a cosas que puedan llevarlo al éxito, pero irónicamente, hemos dejado de hacer algo que ha sido demostrado como un indicador de éxito: las tareas del hogar”, le contó Richard Rende, psicólogo del desarrollo y coautor de (enlace en inglés), al periódico (enlace en inglés) en el año 2015. Hacer que tu hijo te ayude con las tareas del hogar le inculca responsabilidad, pero más importante, le demuestra que los miembros de la familia cooperan y trabajan en equipo (incluso si esto involucra saltar sobre las sábanas).
Librar al niño de las tareas del hogar, aseguran los expertos, podría perjudicarlo a largo plazo convirtiéndolo en una persona pretenciosa en vez de desarrollar un sentido de comunidad y pertenencia. “Hace poco le dije a una madre que asiste a mi consulta que sí, las tareas del hogar son importantes para los niños”, señala , psicóloga clínica radicada en el condado de Fairfield, Connecticut. “Todos los niños se sienten mejor cuando sienten que los necesitan”.
Esta realidad también aplica para los estudiantes de preescolar, quienes quieren ser “niños grandes” y disfrutan de ayudar con las tareas del hogar, asegura Deborah Gilboa, experta en el desarrollo infantil y profesora clínica asociada en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh. En su libro, (enlace en inglés), les aconseja a los padres que conviertan las tareas del hogar en juegos y que no se preocupen si esto trae un poco de desorden o si la “ayuda” hace que las tareas se demoren más.
Entre las sugerencias que ha recopilado de madres y maestros de preescolar se encuentran cantar una canción sobre limpieza (mientras más alegre, mejor) y convertir las tareas del hogar en un juego. Por ejemplo, pregunta: “¿Qué tan rápido puedes guardar los juguetes en su caja?”. ¿Más ideas? Pongan un poco de música y bailen mientras barren o compitan para ver quién puede lanzar más prendas en la cesta de la ropa sucia.
Tan solo asegúrate de que la tarea sea adecuada para tu pequeño ayudante. Tareas como usar productos de limpieza o vaciar el lavaplatos no son apropiadas para su edad e incluso podrían llegar a ser peligrosas, aseguran los expertos. Aparte del riesgo de que un estudiante de preescolar pueda cortarse con un plato roto o tragar residuos de detergente, “cuerpos pequeños exigen tareas pequeñas”, explica Greenberg.
A continuación, te presentamos algunas tareas del hogar adecuadas para tu estudiante de preescolar:
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Guardar sus juguetes (pequeños y medianos).
Incluso un niño de entre 3 y 4 años puede guardar sus bloques, piezas de rompecabezas o figuras de acción en la caja correspondiente. (¡Y sí, sería más rápido si lo hicieras tú mismo!).
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Ayudar a limpiar los pequeños desórdenes.
Cuando el vaso de leche se derrame, tu hijo puede buscar una servilleta (o puedes dársela tú) y limpiar el líquido. Y si necesita gatear debajo de una mesa o una silla para hacerlo, mucho mejor —¡así es más divertido!—.
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Limpiar superficies usando calcetines en las manos.
Al limpiar el polvo de las superficies de esta manera, es poco probable que tu hijo pase la prueba de inspección de limpieza. Lo importante es que sienta que está ayudando.
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Regar las plantas con una manguera.
El agua es divertida y rociarla es incluso mejor. Haz que tu hijo cuente hasta 10 mientras riega cada planta. Así también crearás un juego matemático divertido.
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Colgar diferentes objetos (si hay algún perchero o gancho cerca)
Dependiendo de la organización de tu casa y de lo que tu hijo pueda alcanzar, las posibilidades son infinitas, incluyendo colgar la mochila, la gorra, la lonchera, etc.