¿Por qué es verde el césped? ¿Por qué no tienen dientes las tortugas? ¿Por qué es salado el mar? “La ciencia es nuestro intento de entender lo que observamos — de darle sentido al mundo que nos rodea —. Los conceptos científicos son una forma de explicarle a nuestros hijos y a nosotros mismos cómo funciona el mundo”, explica George Tokieda, maestro de ciencias de Brearley School en Nueva York y planificador de currículos. “La ciencia les muestra a los niños las interconexiones de la vida y les enseña que aquellas cosas que observan no son eventos casuales”.
Los maestros de preescolar pueden usar los conceptos científicos del entorno e integrarlos a la experiencia cotidiana, afirma Barbara Sprung, codirectora de Educational Equity Concepts, una organización sin fines de lucro que desarrolla currículos libres de prejuicios. Los estudiantes de preescolar se encuentran con la ciencia en los paseos al parque y en el patio de juegos, al jugar con agua y arena, al hacer ensalada de frutas, al lanzar juguetes por una rampa y al construir con bloques. La ciencia está basada en la curiosidad, y los maestros refuerzan la curiosidad inherente de los niños a través de la discusión. Hablar es fundamental, señala Tokieda, pues ayuda al niño a internalizar sus observaciones y comenzar a adoptar el pensamiento de nivel superior que le permite desarrollar una perspectiva más amplia. Los niños comienzan a entender el método científico, aprendiendo a desarrollar hipótesis, diseñando formas de probarlas, registrando y comparando los datos. A través de la exploración y la discusión, los estudiantes de preescolar aprenden que la ciencia es parte de sus vidas —¡y lo divertida que es!— Hay muchas oportunidades:
Botánica en el parque: Un maestro toma una rama, dibuja un rectángulo alrededor de un árbol y les pide a los niños que vean qué pueden encontrar. Está expandiendo las habilidades de observación de los niños, señala Sprung. Cuando los estudiantes de preescolar dedican tiempo a observar, aprenden cuáles árboles pierden las hojas en invierno y cuáles tienen capullos en primavera. Recolectan hojas y las ordenan por tamaño y forma. Observan aves y ardillas y otros animales, y aprenden a compartir sus observaciones a través de discusiones, dibujos, tablas y gráficos.
Física en el parque: Los subibajas, toboganes, columpios y pelotas saltarinas convierten el parque infantil en un laboratorio natural de física. El subibaja demuestra los principios del equilibrio, el tobogán es un experimento de gravedad y los columpios ponen las leyes de movimiento en acción, señala Sprung. El maestro puede incentivar a los niños a pensar y a cuestionar lo que saben retándoles a equilibrar el subibaja con niños de distintos tamaños. El niño puede relacionar la forma en que se equilibra el subibaja con la balanza del aula. La maestra puede incentivar a los estudiantes a revisar la parte inferior del subibaja para ver cómo funciona y cuáles partes se mueven. De esta forma, investigan los principios del peso y la masa.
Exploraciones en la mesa de agua y arena: Los niños usan coladores con agujeros de distintos tamaños y vierten agua o arena en ellos, fijándose en la forma en que el tamaño del agujero afecta los resultados. En la mesa de agua aprenden sobre las propiedades del agua al predecir si los objetos se hundirán o flotarán, para luego poner a prueba sus predicciones.
Química en la cocina: Mientras preparan sopa de vegetales, los estudiantes de preescolar nombran los ingredientes mientras los organizan y agregan a la cacerola. El maestro hace preguntas sobre el color, la textura y el olor de las zanahorias, las cebollas y los tomates. También podría preguntar cómo se vería un tomate si lo abre con un cuchillo. Mientras la sopa hierve a fuego lento, la clase predecirá cuáles vegetales tardarán más en cocinarse. El maestro podría tomar trozos de papa o zanahoria para que los niños les claven un palillo y pongan a prueba sus hipótesis. Además, podrían añadir especias para comparar el sabor. Posteriormente, cuando se coman la sopa, los niños pueden hablar sobre las diferencias en sabor y textura de los vegetales.
Relatividad en el rincón de los bloques: Los niños construyen torres y equilibran bloques de distintas formas y tamaños para construir puentes, explorar los conceptos de las relaciones espaciales, la gravedad y el equilibrio. Sprung argumenta que los estudiantes de preescolar aprenden los principios básicos de la física al construir rampas de distintas alturas y deslizar autos de juguete en ellas, prediciendo cuál será el auto que llegará primero a la meta.
Meteorología a la hora de sentarse en círculo: El día en el preescolar comienza con una discusión sobre el clima. ¿Salió el sol el día de hoy? ¿Cómo se siente el sol en nuestra piel? ¿Por qué es importante el sol? ¿Está lloviendo? ¿Cómo se siente la lluvia? ¿Por qué es importante la lluvia? Algunas clases podrían tener un recipiente para medir y comparar la lluvia. ¿Está más fría o más caliente que ayer? ¿Cómo podemos saberlo? ¿Hace suficiente frío como para que comience a nevar? Los niños registran sus observaciones en tablas y diagramas.
Horticultura en la repisa de la ventana: Es posible que la clase plante frijoles. Cada niño tiene una pequeña maceta de arcilla. Planta una semilla en la maceta, llenándola de tierra y aplanando la tierra alrededor de la semilla. Todos los días regará la planta y registrará el crecimiento de la misma en una tabla. Aprenderá lo que necesita una semilla para germinar y, posteriormente, lo que necesita para crecer.
Biología en la pecera: Algunas aulas tienen conejos, jerbos y cobayas, otras tienen peces o lombrices. Estas criaturas les enseñan a los niños cómo interactúan los seres vivos con su entorno y cómo reaccionan a distintos estímulos, explica Tokieda. Los estudiantes de preescolar asumen la responsabilidad de cuidar a los animales: registrar la temperatura de la pecera, aprender sobre el hábitat de la lombriz, descubrir lo que come el conejo, el jerbo y la cobaya, y medir la cantidad de alimento que reciben. Los niños observan los hábitos de los animales, los miden, los pesan, y registran su crecimiento en imágenes y tablas.
Cómo ayudar con la ciencia preescolar desde el hogar y el parque
- No tienes que ser Einstein para disfrutar de la ciencia con tu hijo, afirma Tokieda. La ciencia está en todas partes. Despierta tu parte más curiosa y juguetona, mira a tu alrededor, di “Me pregunto por qué…” y acompaña a tu hijo en el proceso de descubrimiento.
- Demuéstrale a tu hijo que la ciencia es importante para ti. Comparte la sección de ciencia del periódico con él. Vean programas de TV sobre ciencia y naturaleza y discutan sobre ellos.
- Fomenta la curiosidad natural de tu hijo. Responde sus preguntas sugiriendo experimentos para poner sus hipótesis a prueba. Busquen respuestas en libros o en internet.
- Cuando camines con tu hijo a la escuela o al parque, mantente atento a cosas interesantes — las rocas cerca de la acera, las hojas de los árboles, las nubes del cielo — y señálalas. Charla sobre los patos que emigran hacia el sur y las ardillas que se preparan para el invierno.
- Incentiva a tu hijo a ayudarte en la cocina buscando, pesando y midiendo los ingredientes.
- Cuando recicles botellas y latas, pídele a tu hijo que te ayude a dividirlas en categorías. Involúcralo en el proceso de ordenar la ropa y los cubiertos y de guardarlos en el lugar que corresponde.
- Convierte la bañera en un laboratorio de física. Dale a tu hijo varios objetos para jugar en la bañera, de manera que pueda descubrir si flotan o no. Resalta el nivel del agua antes y después de que entre a la bañera. Señala la diferencia y dile: “Me pregunto de dónde salió toda esta agua”.
- Dale a tu hijo juguetes sencillos u objetos seguros, como un reloj o una linterna, para que los desarme y descubra cómo funcionan.
- Jueguen juntos. Las canicas son una excelente forma de aprender sobre masa y velocidad.
- Recuerda que está bien decir: “No lo sé. Investiguemos”.