En tiempos recientes, se ha investigado y debatido mucho sobre la intervención temprana y la enseñanza de habilidades básicas de lectura a los chicos menores de 9 años. Pero ¿qué pasa con los chicos con un retraso en sus habilidades de lectura cuando llegan a la escuela intermedia y secundaria? ¿Se hacen las suficientes adaptaciones para ellos en el salón de clases? ¿Es demasiado tarde para enseñarles a leer?

Si bien apoyo y sinceramente respaldo todo el concepto de la intervención temprana y la prevención, la respuesta rápida es que nunca es demasiado tarde. Solo que es más difícil. Existen pruebas muy efectivas [de esto] a partir de una serie de estudios. Investigadores como Louisa Moats y Barbara Foorman del Centro Médico de la Universidad de Houston, Sally Shaywitz de Yale y Don Deshler de la Universidad de Kansas y su grupo han documentado claramente que los adolescentes, e incluso los adultos, pueden mejorar sus habilidades de lectura y escritura radicalmente.

No se requieren técnicas extrañas

Los chicos que tienen dificultades para leer no necesitan un enfoque radical o categóricamente diferente [para la enseñanza de la lectura]. Ya hemos explorado ese problema, y no tienen que hacer malabarismos, escribir en el aire ni hacer cosas esotéricas o extrañas. Lo que necesitan es lo mismo que todos los demás, solo que necesitan más, con más precisión y con ajustes más minuciosos porque, para ellos, leer y escribir les resulta más confuso. La buena noticia es que al aumentar el tiempo y la atención minuciosa a los detalles de la enseñanza, y es que esa es de la que habla Moats, lo que vemos es que prácticamente todos los estudiantes pueden tener un desarrollo enorme en su capacidad de leer y escribir.

No sucede de la noche a la mañana, pero podemos cerrar esa brecha prácticamente para todos los chicos. Puede que nunca lleguen a ser unos lectores magníficos, pero pueden mejorar notablemente y, por tanto, ser más independientes y tener más capacidad de elección y decisión en sus vidas. Pueden crecer y convertirse en adultos que contribuyan a la sociedad, aprovechando sus puntos fuertes.

Creo que ese es un equilibrio importante: estamos reforzando las cosas en las que no somos buenos mientras que, al mismo tiempo, nos enfocamos en las cosas en las que sí somos buenos. Así, no caemos en el problema de pensar que no somos buenos para nada, sino que podemos decir: “Tengo dificultades para leer y escribir, y estoy trabajando en ello, pero hay muchas otras cosas para las que soy bueno”.

Una sola persona no puede hacerlo todo bien, pero todos podemos mejorar en las cosas que son importantes con tiempo, orientación, práctica y muchísimo apoyo de nuestros seres queridos.

Alianza con la juventud

Mejorar las habilidades de lectura y escritura de los adolescentes es más difícil por muchos motivos. Uno de los motivos principales es la actitud. Hemos encontrado que muchos adolescentes han desarrollado una actitud muy negativa con respecto a la lectura, escritura y todo el tema de tratar de mejorar sus habilidades académicas, lo que es entendible si han tenido dificultades con la lectura y la escritura. No existe una solución fácil, pero es extremadamente importante, sea cual sea el enfoque que se vaya a utilizar, que se haga en colaboración con los adolescentes.

Deben lograr entender que mejorar sus habilidades de lectura y escritura no es algo que los adultos les hacen a ellos, sino que es algo que se hace con ellos. Esto quiere decir que se debe forjar una alianza para que los chicos y jóvenes adultos entiendan las particularidades de lo que sucede (qué podemos hacer, cuánto tiempo nos va a tomar) para que establezcan objetivos ambiciosos pero realistas.

Las adaptaciones correctas

La otra parte de la pregunta es ¿se hacen las suficientes adaptaciones? Y esto es algo que siempre me he encontrado en las escuelas. Al llegar a la escuela intermedia o secundaria, todo el enfoque del plan de estudios se vuelca en las adaptaciones para los estudiantes que pueden estar en educación especial o que se ha descubierto que tienen dificultades de lectura. Y no se hace énfasis en verdaderamente tratar de cerrar la brecha en la lectura y la escritura o acelerar las habilidades para leer y escribir. Es casi como si las personas se rindieran en silencio y dijeran, “¿Sabes qué? Siempre leerás al nivel del tercer o cuarto grado. No podemos hacer nada al respecto. Así que solo nos enfocaremos en darte audiolibros, sistemas de organización avanzados y otras cosas para poder adaptar tu dificultad de lectura”.

Mi recomendación es que tenemos que trabajar en ambos. No es o uno o lo otro. Podemos cerrar la brecha de alfabetización con enfoques directos, orientación y práctica, al nivel de enseñanza del estudiante y con materiales adecuados para su edad, y trabajar con las adaptaciones adecuadas al mismo tiempo. Esto quiere decir que los padres tienen que estar conscientes e informados sobre estos procesos y no verse atrapados en el dilema de si usar las adaptaciones o la enseñanza directa en la lectura. Se puede usar ambas.