Proporcionar el apoyo adecuado a los estudiantes en situación de riesgo, ha sido uno de los mayores y persistentes desafíos educativos del país. Todos los años, 1 de cada 5 estudiantes de escuela secundaria abandona los estudios antes de graduarse, y en el caso de los estudiantes de color y de bajos recursos, las cifras son incluso más altas.

No hay mucha controversia sobre el valor de intervenir con los estudiantes en situación de riesgo. Diversas investigaciones han demostrado que los estudiantes en peligro de reprobar, o los que presentan algún otro tipo de problema, se ven muy beneficiados de distintos servicios de apoyo adicional, como clases particulares individuales, servicios de orientación emocional y consejerías de grupos pequeños.

Las escuelas parecen haber comenzado a captar el mensaje sobre la importancia de la intervención. La encuesta del Ó£ÌÒÊÓƵ’ 2018 College Success Award (Premio al Éxito Universitario 2018 de Ó£ÌÒÊÓƵ), descubrió que tanto las escuelas galardonadas como las no galardonadas tenían las mismas probabilidades de identificar y ayudar a los estudiantes en situación de riesgo. Sin embargo, existen perspectivas variadas sobre cómo y cuándo deberían intervenir las escuelas. Recientes evidencias han descubierto que el 9.° grado es un año decisivo para identificar a los jóvenes en riesgo de abandonar los estudios. La encuesta descubrió que la gran mayoría de las escuelas, galardonadas y no galardonadas, identifican y ayudan a los estudiantes en situación de riesgo en noveno grado.

La principal diferencia fue que las escuelas galardonadas tenían mayores probabilidades de llegar a los estudiantes en situación de riesgo, no solo en noveno grado, sino también desde décimo hasta

duodécimo grado. Esta distinción resultó particularmente evidente en la Escuela de Ciencia y Tecnología de Denver: Stapleton (DSST, por sus siglas en inglés) (enlace en inglés), una escuela chárter ubicada en Denver, CO, que atiende a una comunidad compuesta principalmente por familias de bajos recursos. Aunque DSST Stapleton es reconocida por su rigurosidad, también es conocida por monitorear continuamente a sus estudiantes para identificar a aquellos que parecen tener dificultades. Aquellos que son identificados como estudiantes con necesidad de apoyo adicional, reciben clases particulares y podrían ser instados a repetir clases, todo con la idea de que quizá lo único que necesiten sea tiempo y apoyo adicional para alcanzar el nivel adecuado de preparación para la universidad. Nunca es demasiado tarde para ayudar a un estudiante a alcanzar el nivel académico que debería tener. Algunos estudiantes se demoran cinco o seis años en graduarse, y luego cursan estudios universitarios e incluso de postgrado.

¿Pero qué implica una intervención continua en todos los niveles de grado?

Robert Canady, profesor emérito de la la Escuela de Educación Curry de la Universidad de Virginia y asesor para la prevención de deserción a nivel de escuela secundaria, propone estrategias de intervención que enfatizan tanto la instrucción formal como el apoyo académico personalizado.

“Tienen que integrar más apoyo estructurado durante la jornada escolar”, indica. Por ejemplo, un período de clases podría dedicarse a la intervención, o los maestros de las asignaturas principales podrían hacer énfasis en el aprendizaje personalizado, de manera que los estudiantes en situación de riesgo tengan el tiempo extra para dominar el material de la clase.

Sucede con demasiada frecuencia, explica Canady, que los estudiantes se gradúan de los cursos sin aprender mucho, lo cual causa que se atrasen cada vez más con el paso de los años. Crear un sistema donde el progreso y desempeño de los estudiantes sea monitoreado de forma regular en las clases principales, puede ayudar a los maestros a identificar (y más importante, a ayudar) a los estudiantes con problemas.

La importancia de un enfoque personalizado

Para muchos estudiantes en situación de riesgo, los retos y obstáculos para alcanzar el éxito son muy personales. Cuando las escuelas intervienen, dedicar tiempo a identificar y abordar las barreras individuales puede resultar transformador.

“Los niños en situación de riesgo necesitan saber que hay al menos un adulto en las instalaciones que se preocupa por ellos”, señala Canady. Según investigaciones, conectarse con un adulto de confianza que sirva de (enlace en inglés), pues los ayuda a sentirse apoyados. Priorizar estas conexiones más profundas también permite que las escuelas entiendan la raíz de los problemas de los estudiantes, y así satisfacer sus necesidades de forma más eficiente.

Cuando se ayuda a un estudiante en situación de riesgo a planificar su vida universitaria o profesional, la atención individual también juega un papel crucial. “Un enfoque generalizado no es apropiado”, señala Laura Perna, profesora de la Escuela de Postgrado en Educación de la Universidad de Pensilvania. “Reconocer la importancia del apoyo personalizado es crucial, debido a las diferencias en las preferencias e intereses de los estudiantes, al igual que las diferencias en cuanto a preparación universitaria”. En otras palabras, para ayudar a los estudiantes en situación de riesgo a alcanzar el éxito, las escuelas necesitan analizar el contexto de sus vidas en general.

Ó£ÌÒÊÓƵ’ College Success Award (El Premio al Éxito Universitario de Ó£ÌÒÊÓƵ) condecora a las escuelas secundarias públicas de 25 estados que realizan una excelente labor en preparar a los estudiantes a alcanzar el éxito en sus estudios superiores. Aprende más sobre el premio, mira la lista de ganadores y lee sobre otros galardonados aquí (enlaces en inglés).

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