“Nelly, ¿a dónde vas?”, preguntó su madre un sábado por la noche, mientras su hija atravesaba a toda prisa la puerta principal luciendo una blusa escotada y una minifalda.
“Iré con Shannon a ver una película. Regresaré a las 11 o 12. ¡No me esperes despierta!”.
“De acuerdo…pero…pero…pero…”.
La madre de Nelly frunce el ceño con recelo a medida que su hija desaparece entre la noche. Se pregunta: ¿El cambio de atuendo de último minuto de mi hija se debió a los mensajes que recibió hace poco? ¿De verdad terminó con Dragomir, aquel luchador tan mayor y tan grosero? ¿Está mi hija siendo honesta conmigo?
Nota que interrogarla resulta inútil. Cada vez que lo intenta, Nelly evade sus preguntas. En otras ocasiones, se enfada y grita: “¡Mamá! ¡Cuánto me molesta que no confíes en mí!”.
Es la paradoja de criar adolescentes: su trabajo es desarrollar las habilidades de toma de decisiones que necesitarán para convertirse en adultos responsables e independientes. Nuestro trabajo es proporcionarles suficiente libertad para poner en práctica dichas habilidades (pero no tanta libertad como para que terminen envueltos en problemas graves). Necesitamos ser capaces de confiar en ellos. Sin embargo, ¿qué tan razonable resulta esperar que los adolescentes sean completamente honestos con sus padres?
Adolescentes confiables
Los adolescentes son lo suficientemente mayores para tener un sentido bien definido del bien y el mal. Además, valoran la honestidad (al menos en el sentido abstracto). Al igual que la mayoría de los adultos, a los adolescentes les resulta más aceptable mentir cuando el motivo es ser educado o hacer el bien, y menos aceptable cuando las mentiras causan daño o beneficio propio. Esas son las buenas noticias. Sin embargo, si alguna vez has interrogado a tu adolescente por llegar a casa después del horario límite, probablemente te has preguntado si te está diciendo toda la verdad.
La Dra. Nancy Darling, profesora universitaria y presidenta del departamento de psicología del Oberlin College, ha investigado el tema de los adolescentes y la honestidad por 20 años, realizando estudios en Estados Unidos, Chile, Filipinas, Italia y Uganda. Concluyó que el 98 por ciento de adolescentes a nivel mundial les miente a sus padres.
“¿Eso es todo?”. Mi amigo de 16 años, Jesse, se burla al escuchar esa estadística. “Creo que un 2 por ciento está mintiendo”.
Los adolescentes mienten, afirma Darling, sobre cómo gastan su dinero, a dónde van con sus amigos, lo que hacen, con quién salen y sobre su consumo de drogas y alcohol.
Si los temas que instan a los adolescentes a mentir resultan bastante predecibles, las razones que los llevan a mentir también resultan sencillas de entender. De acuerdo con Darling, las tres razones que llevan a los adolescentes a mentir son: “creen que se meterán en problemas, creen que sus padres se sentirán decepcionados y creen que sus padres evitarán que realicen alguna acción que desean hacer en el futuro”.
Mi perspicaz amigo Jesse ofrece una cuarta razón que podría llevar a los adolescentes a mostrarse reacios con respecto a contarle todo a sus padres: “Mentimos porque queremos independencia. Cada mentira que decimos es algo que nuestros padres no descubrirán sobre nuestras vidas. Es algo que anhelamos”.
Mi hija Tallulah, quien también tiene 16, está de acuerdo. “Los chicos mienten”, admite, “porque no quieren que sus padres sepan lo que hacen o incluso piensan. Además, los padres siempre hacen preguntas que los chicos no quieren responder”.
Existe evidencia para sugerir que esta conducta resulta normal y saludable en los adolescentes. La adolescencia es una época para tomar tus propias decisiones y establecer una identidad separada de tus padres.
Padres entrometidos, adolescentes reservados
El conocimiento de Darling sobre adolescentes incluye la experiencia en el hogar: es madre de dos chicos, incluyendo uno de 18 años. Aconseja respetar el deseo natural de los adolescentes de privacidad y autonomía.
“No te conviene ser invasivo”, explica. “Si intentas inmiscuirte en sus asuntos personales, te rechazarán, no querrán contártelo… podrían mentir. Levantarán barreras”.
Me siento culpable. Soy un padre entrometido.
“¿Cómo sé…”, le pregunto, “…lo que es invasivo y lo que no?”.
“Necesito saber si la tarea de mi hijo está terminada, pero no necesito leerla y asegurarme de que todo esté bien. No necesito ejercer un control excesivo”, explica ella. “Necesito saber que fue a la escuela y asistió a clases, pero no necesito saber la identidad de cada persona con quien conversó durante el almuerzo. Necesito saber si estaba en casa de su amigo, pero no debería preguntarle sobre las conversaciones que tuvieron”.
Si quieres más detalles, sugiere Darling, intenta realizar preguntas casuales a los adolescentes mientras realizan una tarea del hogar, como lavar los platos. “Puede que les alegre hablar sin parar, pues están aburridos y así les resulta más relajante”.
Cómo reaccionar ante las mentiras
Es normal que los adolescentes quieran mantener algunos detalles en privado, pero eso no significa que debas contar con que tu hijo te mienta, y no deberías ignorarlo si lo hace. Si tu hijo te miente, hazle saber que afecta la cantidad de confianza que depositas en él. Cuando diga la verdad, agradécele, y si se trata de algo que no querías escuchar, evita castigarlo de forma severa por acudir a contarte la verdad. El hacerlo aumenta las probabilidades de que te mienta la próxima vez.
Los adolescentes son más honestos cuando son criados con afecto y comprensión, de manera que no son castigados de forma severa o injusta si te cuentan algo que no te gustará. Necesitan reglas claras que sean reforzadas de forma consistente. Además, confíales las decisiones que resulten apropiadas para su edad y nivel de madurez.
Por lo tanto, deja en claro que esperas honestidad total de tu adolescente en lo relacionado a actividades que pongan su salud, seguridad y futuro en riesgo (incluyendo drogas, alcohol, sexo, conducir, ignorar las tareas, faltar a clases y otras aventuras que estimulen su necesidad de buscar emociones. Además, respeta sus asuntos personales), pero no necesitas saber todo lo que está pensando y haciendo o controlar su forma de expresarse ni su vida social.
En ocasiones, resulta complicado saber cuán estricto ser. Comportamientos como usar prendas que consideras inapropiadas, tatuarse, gastar el dinero de la mesada en artículos que consideras absurdos y asistir a una fiesta donde se consumirá alcohol (por mencionar algunos), ¿cuentan como actividades que ponen su futuro en riesgo, o como asuntos personales de los adolescentes?
Solo tu adolescente y tú pueden responder estas interrogantes para tu familia en particular. Lo ideal es que decidan juntos. Explica tu posición con calma. Cuéntale a tu hijo por qué crees que perforarse la ceja o extender su horario límite hasta las 2 am es una mala idea. Explícale por qué consideras que es un asunto en el que debes intervenir.
La investigación de Darling demuestra que establecer reglas, más fomentar afecto, equivale a tener adolescentes con una mayor tendencia a pedirte permiso y confesar si han violado alguna regla. “Necesitan respetarte y creer que te mostrarás cariñoso, comprensivo y poco propenso al castigo”, señala.
Resulta que la receta para la honestidad consiste en el cultivo de relaciones sólidas y afectivas con los adolescentes, de manera que respeten tus reglas y valoren tus consejos. La investigación sugiere que los adolescentes mienten menos cuando poseen esta clase de relación con sus padres, en parte porque no sienten necesidad de hacerlo y en parte porque no quieren arriesgarse a perder la confianza de sus padres.
¿Te preguntas qué ocurrió con Nelly, la adolescente desenfrenada y evasiva? Me comuniqué con ella a través de Facebook. Hoy en día, con 21 años de edad, se especializa en el área empresarial en la Northeastern University. Quiere ser gerente de un fondo de cobertura, al igual que su padre.
“Nelly”, pregunté. “Dame algunos consejos. ¿Cómo lograr que los padres mantengan una relación honesta con sus adolescentes?”.
“Sean honestos con ellos”, respondió. “Interésense e involúcrense en sus vidas tanto como puedan. De esa forma sabrán lo que sus hijos están haciendo, incluso si no están de acuerdo con ello”.
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