Tu hija puede identificarlos en el patio de la escuela primaria o cerca de los casilleros de la escuela intermedia o secundaria: los todopoderosos grupos de chicas que comparten los mismos intereses y no permiten que otras se les unan. Puede que estén susurrando o menospreciando con la mirada a otras chicas. De igual forma, puede que estén enviando crueles mensajes de texto o dejando comentarios malintencionados en las redes sociales. ¿De dónde viene esta conducta de “chica cruel”? ¿Qué puede hacer tu escuela al respecto? ¿Y qué pueden hacer los padres?

Un problema serio

Desde hace mucho tiempo, los niños han demostrado un mal comportamiento hacia otros niños. Sin embargo, en el mundo actual, los grupos de amigos tienen más influencia que nunca, y la tecnología facilita que los niños pasen desapercibidos bajo el manto del anonimato y que su crueldad se extienda.

Aunque el típico acosador suele tratarse de un chico mayor, durante los últimos años, los psicólogos han dirigido su atención a las chicas adolescentes y a lo que estos especialistas llaman “agresión relacional”. Básicamente, se trata de grupos de chicas que se comportan de forma cruel con otras chicas.

Los orientadores que trabajan con chicas relatan horribles historias sobre estos grupos de chicas y su conducta cruel, que incluyen burlas verbales, mensajes de texto amenazantes, difusión de rumores y mentiras e incluso violencia. Resulta importante que los padres estén al tanto de esto, pues dichas conductas pueden ser peligrosas. (enlace en inglés) descubrió que las adolescentes latinas experimentan mayor depresión y pensamientos suicidas que sus semejantes no latinas, y las chicas que han sido víctima de acoso son 1.5 veces más propensas a intentar suicidarse en comparación a las chicas que no lo han sido. Ser una acosadora también aumenta la probabilidad de que una chica albergue pensamientos suicidas.

Por qué lo hacen

La conducta cruel entre chicas puede comenzar incluso desde la escuela de educación preescolar, pero tiende a hacerse más pronunciada durante los primeros años de la adolescencia. Rosalind Wiseman, quien escribió un libro titulado Queen Bees and Wannabes sobre la mencionada conducta cruel entre chicas, describe a estos grupos de chicas como un bote salvavidas para las chicas adolescentes. “Imagina que estás en un bote junto a tu hija”, escribe la autora. “Las chicas comienzan a decirse entre ellas que el bote es estúpido y aburrido y que es hora de bajarse. Mientras observas con impotencia, tu hija deja atrás todo lo que le resulta seguro y confiable, aborda un bote salvavidas junto a personas con las que tiene poco en común, excepto la edad, y se va a la deriva”.

En cuanto está en el bote, se encuentra demasiado lejos de ti y se percata de que su supervivencia depende de entablar amistad con las otras chicas en el bote. Siente un miedo desesperante de ser excluida, así que se siente obligada a actuar de cierta forma con el propósito de ser aceptada por sus compañeras. Además, a menudo, dicha conducta involucra excluir o ser cruel con alguien más.

“Estos grupos de chicas cobran fuerza entre sus miembros”, escribe Wiseman. “En cuanto defines tu papel y grupo, percibes a los demás como extranjeros. Te resulta más difícil ponerte en sus zapatos y, por lo tanto, es más sencillo tratarles de forma cruel u observar mientras te quedas de brazos cruzados”.

Por supuesto, no todas las chicas actúan de dicha forma. Sin embargo, todas las chicas se verán afectadas por las acciones de estos grupos, pues tales comportamientos estarán por doquier a su alrededor.

Muchos padres subestiman este problema, pues todos nosotros sobrevivimos a crecer. Sin embargo, Wiseman afirma que hoy en día representa un problema mucho mayor. “Durante nuestro crecimiento, no contábamos con internet ni teléfonos celulares”, indica. La tecnología facilita que los niños actúen de forma anónima y difundan rumores y chismes más allá de la escuela. Un clic puede causar mucho daño y no hay marcha atrás.

Cómo pueden ayudar las escuelas

Stan Davis, autor de Schools Where Everyone Belongs, opina que las escuelas necesitan proporcionar un “ambiente escolar que brinde seguridad y reafirmación” tanto para chicos como para chicas. Además, debe contar con consecuencias bien establecidas ante las conductas agresivas, refuerzo positivo para los estudiantes y miembros del personal que dediquen tiempo a los estudiantes.

Si existen problemas de acoso, las escuelas pueden trabajar en cambiar su cultura paso a paso, afirma Davis. El personal de la escuela debería establecer como meta que cada estudiante mantenga una relación positiva con al menos dos miembros del personal. El autor opina que la disciplina es más efectiva cuando el personal y los estudiantes establecen relaciones significativas entre sí.

Durante su trabajo con chicas, Wiseman descubrió que muchas de ellas opinan que los adultos no tienen la más mínima idea sobre lo que sucede en las relaciones entre chicas. Wiseman aconseja a las chicas a buscar al menos a un adulto que pueda ser su partidario.

Parte del papel de la escuela es enseñar a los niños a reflexionar sobre lo que hicieron. Si un estudiante muestra una conducta agresiva verbal o física, una de las técnicas que Davis sugiere es hacer que el estudiante escriba lo que hizo y por qué lo hizo.

“Resulta muy importante enseñarles a los niños a no cometer los mismos errores una y otra vez”, indica. “Los estudiantes necesitan saber lo que hicieron y por qué es un problema. Pueden reflexionar sobre por qué estuvo mal y cómo lastimaron a la otra persona. De pronto, tendrán un momento de iluminación y dirán: ‘Sí, ya entiendo lo que hice. ¿Qué pretendía cuando lo hice? ¿Estaba intentando obtener la aprobación de un amigo o estaba molesto por algo?’”.

Después de que el estudiante reflexione, el maestro u orientador debe ayudarlo a realizar un plan sobre qué acciones distintas realizar la próxima vez que se vea involucrado en dicha situación o experimente este sentimiento.

Cómo pueden ayudar los padres

Lo que dicen los padres y cómo tratan a los demás adultos y niños tiene una enorme influencia en cómo se comporta su propio hijo. El primer paso para ayudar a los niños a sobrellevar el acoso en cualquiera de sus formas es reconocer que los adultos aún seguimos inmersos en la misma clase de batallas por poder.

¿Te han escuchado diciendo cosas malas sobre tu suegra, el vecino de al lado o el maestro de tu hijo? Tu hijo está escuchando y asume que dicha clase de comportamiento está bien, pues te ha visto a ti haciéndolo.

A medida que los niños crecen, tienen menor tendencia a contarles a sus padres todo lo que ocurre en la escuela. Muchos padres se sorprenden cuando escuchan sobre estos crueles grupos de chicas, pues su hija no les ha contado sobre ello. Además, puede que se sorprendan aún más si descubren que su propia hija está teniendo un mal comportamiento.

Entabla discusiones con tu hija sobre lo que ocurre en la escuela. Comienza con una pregunta general, cuestionando lo que tu hija piensa sobre estos grupos de chicas, en lugar de su experiencia personal con los mismos. En cuanto se haya sincerado sobre lo que ha observado, es más probable que comparta su propia experiencia.

Vigila las actividades que tu hija realiza en su teléfono e internet

Junto a ella, mira las publicaciones en sus redes sociales. Entablen discusiones sobre la mensajería y lo que está bien y está mal. Insiste en que tu hija use la computadora en un lugar con vista pública en casa, como la sala de estar o la cocina, de manera que puedas ver los sitios web que frecuenta y monitorear sus actividades.

Únete a otros padres

¿Cuenta tu escuela con un programa de orientación? ¿Hay talleres disponibles para chicas? Los padres pueden trabajar en conjunto para generar conciencia sobre los problemas ocasionados en la escuela por estos grupos de chicas. Incentiva a tu Asociación u Organización de Padres y Maestros a organizar talleres e invitar oradores con experiencia en el tema para padres y estudiantes. Incentiva a la escuela a brindarle capacitación al personal sobre dicho problema.

Los padres, en conjunto, pueden presionar para lograr la creación de un cuerpo especial en la escuela dedicado a abordar dichos problemas. Este tipo de conducta siempre ocurrirá, pero si te mantienes alerta puedes detectarla y detenerla en su etapa inicial, en lugar de reaccionar cuando se haya salido de control.

Muéstrate proactivo con los maestros, orientadores y administradores

Cuando tu hijo es víctima de un incidente desagradable en la escuela (recibir apodos, ser hostigado o acosado en el patio escolar), puede que tu primer instinto sea entrar hecho una furia en la oficina del director y exigir que se tomen medidas. Sin embargo, es mejor controlar tus emociones y mantener la calma. Al igual que los estudiantes deberían buscar partidarios en la escuela antes de que surja algún problema, los padres también deberían hacerlo. Posteriormente, si llega a surgir un problema, el orientador o director ya tendrá una imagen positiva de ti como padre y habrá mayores posibilidades de que asuma la situación con seriedad.

Davis aconseja a los padres a abordar de forma tranquila al director y preguntar si la conducta específica que te preocupa está permitida en la escuela. Si la respuesta es no, entonces pregunta cuáles son las consecuencias. Dale seguimiento. Escribe tus dudas e indica la fecha y la conversación que mantuviste, al igual que cualquier conversación subsiguiente. De tal manera contarás con información verídica a la cual recurrir en caso de que necesites llevar tus dudas al siguiente nivel de administración.

Traducido por: SpanishWithStyle.com