Durante la escuela de educación preescolar y en los primeros años de primaria, Emma exhibía una actitud alegre, segura y participativa en la escuela. Hoy en día, con 12 años y cursando sexto grado, las observaciones de la maestra describen un panorama muy distinto: “Emma entra a clases con total cordialidad y parece llevarse muy bien con los demás niños. Sin embargo, durante la clase, Emma nunca participa y da la impresión de que su mente estuviese en otro lugar. El trabajo de Emma refleja una carencia de esfuerzo en general. Prácticamente, da la impresión de que no le importa”.
¿Qué le sucedió a la alegre, segura y participativa Emma?
A Jacob, de 9 años, le encanta jugar con Legos y otros materiales prácticos. En lo que respecta a construir ciudades elaboradas y escenas complejas, se muestra seguro y altamente capaz. Sin embargo, en clase, Jacob se muestra poco entusiasta. Alguien que observe la carencia de participación y energía por parte de Jacob podría pensar que el niño no es muy brillante. Con frecuencia luce incómodo en clase, en especial durante actividades de escritura libre.
Una parte de un texto escrito por Jacob (relacionado a una experiencia escolar) arroja algo de luz con respecto a los problemas que enfrenta en clase: “Un dia en la escuela todo enpeso como un dia normal pero en el recreo tubimos una reunion de seguridad y me dieron el puseto (puesto)de isar la bandera fue genial poque tenia que venir mas tenpran a la escuela todos los dias para isar la bandera y vajar la bandera me sentia genial porque estaba acargo de la bandera eso es algo que me paso”.
Aunque los niños mencionados son bastante diferentes tanto en estilo como en personalidad, ambos muestran indicios de ser estudiantes que han perdido el interés o les cuesta aprender. Dichos indicios suelen comenzar a presentarse durante los últimos grados de primaria y se agravan mucho más al llegar a secundaria. Tales indicios incluyen:
- Sensación de que el niño está cada vez más desconectado, desanimado y desmotivado
- Déficit en habilidades fundamentales de lectura, escritura y ortografía, que conducen al deterioro de la autoestima
- Evasión cada vez más constante de actividades escolares como las tareas
- Desagrado por la lectura
- Odio hacia la escritura
- Poca o nula satisfacción con respecto a la escuela
- Ira creciente hacia la escuela
Entendiendo la fórmula que propicia que un estudiante pierda el interés por aprender
Los estudiantes que pierden el interés por aprender son niños que experimentan una progresiva desmotivación académica y desconexión con la escuela. Una sencilla fórmula ayuda a explicar cómo los niños se convierten en estudiantes que pierden el interés por aprender: deficiencia en el conocimiento básico + tiempo + falta de comprensión + mala comunicación familiar = estudiante que pierde el interés por aprender.
Comprender dicha fórmula le ayudará a padres de niños como Emma y Jacob a estar mejor capacitados y a tomar las medidas adecuadas.
Deficiencia en el conocimiento básico
Generalmente, las deficiencias en el aprendizaje de un niño pueden ser identificadas a partir del preescolar y el kínder. Los indicadores que surgen durante dicho período suelen identificarse con facilidad: ¿tu hijo tiene problemas para aprender nombres de letras y el sonido que producen, por ejemplo? Al llegar a primer grado, ¿está haciendo progresos con respecto a la combinación de sonidos? A mediados o finales de la escuela primaria, ¿el proceso de escritura le resulta complicado y desesperante?
Si la respuesta a dichas preguntas es afirmativa, no necesariamente implica que tu hijo perderá el interés por aprender. Sin embargo, tal como las grietas en la casa se extienden cuando no son atendidas, resulta importante tomar medidas para prevenir que se expandan las “grietas” académicas. De lo contrario, contribuirán a la desmotivación progresiva y a un niño que perderá el interés por aprender.
Falta de comprensión
Durante mi evaluación a estudiantes que han perdido el interés por aprender, he descubierto que la mayoría de ellos recibe tareas diarias que sencillamente no son capaces de manejar, provocándoles frustración innecesaria. Con demasiada frecuencia, tanto padres como maestros fallan en comprender el déficit de habilidad que le está causando problemas al niño. Por ejemplo, hace poco evalué a un estudiante de cuarto grado quien presentaba dificultades para leer ciertas palabras presentes en un texto, incluyendo “puercoespín”, “pasadizo” y “estupefacción”. Dado que la mayoría de los estudiantes de cuarto grado lee en silencio y para sí mismos, tanto los padres como el maestro del niño creyeron erróneamente que este presentaba un problema de comprensión, cuando en realidad experimentaba dificultades con la lectura y decodificación de palabras.
Además, muchos de los niños que presentan dificultades escolares no exhiben problemas que puedan ser considerados lo “suficientemente graves” como para justificar educación especial. Para esta clase de niños, los padres necesitarán buscar ayuda correctiva exterior por parte de un tutor particular, en caso de que tal opción fuese posible.
Mala comunicación familiar
Con frecuencia, la hora de comenzar con las tareas puede llegar a caldear los ánimos del hogar, a medida que los gritos y discusiones se fusionan con el ambiente. La mala comunicación en torno a la tarea puede resultar agobiante para las familias y contribuir a la pérdida del interés por aprender por parte de los niños.
Cómo prevenir que los estudiantes pierdan el interés por aprender
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Confía en tus instintos
Si crees que tu hijo está experimentando dificultades en la escuela, sigue tus instintos. No esperes ni te dejes convencer por frases recurrentes como “ya sabes cómo son los niños” o “lo superará a medida que crezca”. Actúa en base a tus sentimientos, incluso si han considerado que tu hijo no cumple las condiciones para recibir ayuda en la escuela. Consulta con una persona confiable y competente que no pertenezca a la escuela, con quien te sientas cómodo para evaluar a tu hijo.
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Ten claro el objetivo
Si la evaluación de tu hijo ha identificado problemas preocupantes, puede que algún área en la habilidad de lectura de tu hijo necesite atención. Básicamente, existen dos tipos de problemas de lectura: En el primero, el niño presenta problemas para decodificar las palabras y leer con fluidez. En el segundo, el niño logra leer con fluidez pero experimenta dificultad para entender lo que ha leído. Debes determinar con exactitud cuáles son los problemas que deseas resolver. No lo asignes aleatoriamente a una clase remedial.
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Evita caldear la comunicación
Intenta alejarte un poco y reduce los ánimos caldeados en el hogar. El ritual diario de gritar, agredir verbalmente o regañar nunca genera un cambio positivo. ¿Cuándo fue la última vez que tu hijo dijo: “Gracias por gritar, mamá. Entiendo tus argumentos. Me pondré manos a la obra”? Así es. Nunca. ¿Por qué seguir insistiendo? Puede que tu hijo se sienta abrumado por alguna tarea que apenas logra entender. Al caldear los ánimos en el hogar no haces más que agregar estrés a su vida.
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Fíjate en los pequeños detalles
Los niños necesitan incentivo emocional para enfrentar sus dificultades escolares, sobre todo aquellos que sienten poca satisfacción por sus esfuerzos. Fíjate en los pequeños detalles que tu hijo está haciendo bien. Frases como: “Vaya, me agrada que esta noche hayas comenzado a trabajar sin tener que pedírtelo”, pueden significar mucho para un niño, en especial para uno que podría estar un poco desmotivado.
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Busca a alguien de la escuela que pueda orientar a tu hijo y establecer vínculos con él
Los estudiantes sin interés por aprender que he conocido no tienen una muy buena opinión de sí mismos y no logran apreciar sus verdaderas fortalezas. Si tu hijo se encuentra en la edad que tienen los niños cuando están en la escuela intermedia o tiene más edad (aquellos años de preadolescencia y adolescencia cuando el desarrollo del “yo” resulta crucial), es particularmente importante que cuente al menos con una persona de su entorno escolar que lo valore de verdad y que lo apoye, incluso si no está teniendo un buen desempeño académico.
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Mantén un sentido de equilibrio
Realiza actividades divertidas y agradables con tu hijo. Jueguen algún juego de mesa o realicen un proyecto de arte y manualidades juntos. La mayoría de los niños disfruta de realizar ese tipo de actividades junto a sus padres. Evita que los problemas escolares determinen la atmósfera del hogar y afecte las interacciones entre ustedes.
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Apoya a tu hijo
La desmotivación académica resulta agotadora tanto para el niño como para su familia. Conectarte con las fortalezas naturales de tu hijo y hacerle saber que ambos están en el mismo equipo puede marcar una enorme diferencia en prevenir que tu hijo se convierta en un estudiante que pierde el interés por aprender.
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