“A nadie le gusta un soplón”.
Cuando los niños son pequeños, el informar del mal comportamiento de otro niño con frecuencia se llama delatar o chismear. A los maestros de las escuelas, en especial, les irrita cuando los niños delatan. Hay miles de carteles de “Delatar versus Informar” guardados en Pinterest para maestros y padres que buscan formas de ayudar a cambiar el comportamiento a través del uso de diagramas, con títulos como “No te quejes a menos que sea algo muy importante”.
Con frecuencia, los adultos creen que delatar está relacionado con llamar la atención, es una forma de poner en problemas a otro niño, o es un medio de alejar la atención de las propias malas acciones de un niño. Algunas veces, los adultos suponen que delatar es una completa mentira, pero la investigación ha mostrado que nueve de cada 10 veces, un soplón está diciendo la verdad.
Otro motivo por el cual los adultos tienden a desalentar esta práctica de delatar, incluso si creen que es verdad, es que piensan que los niños deben resolverlo ellos mismos. Sin embargo, la investigación sugiere que cuando los niños finalmente dicen algo, ya han sufrido o sido testigos de la ofensa de otro niño muchas veces. En el momento en que acuden a ti, ya han agotado las opciones y están pidiendo ayuda, o al menos te están comunicando el conflicto. “Desean que tú intervengas porque sienten que han agotado todas las alternativas”, dice Ashley Merryman, coautora del libro Nurture Shock: New Thinking About Children.
Los niños están entonces atascados. Por una parte, los adultos dicen: quiero que me digas cuando algo malo pase y siempre di la verdad. Y, por otra parte, no delates. “Puedes ver lo frustrante que esto debe ser para un niño”, dice Merryman. “Estas reglas envían mensajes contradictorios y no hay claves acerca de cuándo se debe aplicar una regla y cuándo no”.
No informar puede ser perjudicial
Algunos expertos dicen que desalentar la práctica de delatar puede tener consecuencias no deseadas. “Creo que es importante enfatizar la importancia de decir la verdad en los niños pequeños. A medida que crecen y pueden entender las intenciones de las personas, puedes hablar sobre diferentes tipos de situaciones y de cuál es la mejor respuesta”, dice Victoria Talwar, profesora asociada del Departamento de Psicología Educativa y Orientación de la Universidad McGill en Montreal, un centro de investigación líder en el desarrollo de las mentiras en los niños.
El término “delatar”, dice ella, debe ser usado con precaución. “Es importante que a los niños se les diga que pueden y deben informar sobre los comportamientos dañinos de otros, como por ejemplo si otro niño los empuja y no deja de hacerlo cuando se le pide. Necesitan saber que esto no es un comportamiento aceptable”. Usar una palabra como “delatar”, que tiene un estigma asociado, dice Talwar, hace menos probable que los niños informen del mal comportamiento y que, en última instancia, les enseña a callar si observan el acoso o el abuso posteriormente.
Los maestros saben muy bien que cuando hay muchos niños, siempre habrá algunos delatores. Los maestros de preescolar, en particular, hacen frente a una corriente continua de informes sobre el mal comportamiento de otros, desde comentarios como “Kristin está masticando chicle” hasta “Ellis agarró mi camión”. El primer comentario es para hacer cumplir las reglas y el segundo un llamado a la justicia. Un estudio encontró que la mayoría de las conversaciones de los niños jóvenes con sus padres sobre sus compañeros implica el delatar. Y sin embargo, recurrir a “no delates” o “a nadie le gusta un delator” es una mala idea para todos. El primer comentario induce al silencio y el segundo a la vergüenza.
“Hay algunos problemas con los que los niños necesitan ayuda”, dice Laura Paret, psicóloga clínica especializada en niños y adolescentes en la ciudad de Nueva York. “Sentir que no hay un adulto en quien encontrar apoyo hace que el entorno se sienta menos seguro”.
Manteniendo abiertas las líneas de comunicación
Quieres ayudar a que los niños resuelvan los problemas por sí mismos, dentro de lo razonable, dice Paret. A medida que los niños crecen, aprenderán a resolver los conflictos por ellos mismos pero, para llegar allí, los niños necesitan habilidades, apoyo y reconocimiento. Así, cuando tu hijo acude a ti delatando a otro, Merryman sugiere que primero preguntes: “¿Estás bien?”. Luego pregunta: “¿Le dijiste que dejara de hacerlo?”. Si la respuesta es no, lo siguiente que debes hacer es ayudar a tu hijo a poner límites, porque establecer límites es una habilidad que tiene que desarrollar.
Luego, escucha la perspectiva de tu hijo, incluso si no estás de acuerdo con esta. “Él o ella cree que tiene una queja legítima y debes tratarla como tal”, dice Merryman. “La indicación de que estás escuchando es de alguna forma más importante que lo que haces. Tomarlo en serio es la parte más importante”.
Finalmente, pregúntale a tu hijo qué puedes hacer para ayudar. Puede que no necesite nada, o podría pedirte que hagas algo con lo que estés de acuerdo, o no. También pueden generar ideas para encontrar soluciones juntos.
Mantener una conversación calmada y amigable es esencial para mantener las líneas de comunicación abiertas entre tú y tu hijo. “Especialmente si estás hablando sobre cómo se desarrollará esto cuando el niño tenga 16 años y se pregunte si debería decirte que las personas estaban bebiendo y fumando marihuana en la fiesta a la que acaba de ir”, dice Merryman.
Delatar se vuelve menos común a medida que los niños crecen y socializan con sus compañeros. Para los niños de más edad, dice Talwar, es importante reforzar que pueden decirte cualquier cosa que esté ocurriendo que los hiera o los moleste.
Si queremos asegurarnos de que nuestros hijos sientan que es seguro decirnos toda clase de información, entonces tal vez es hora de borrar la palabra “delatar” de nuestros vocabularios. Podemos sustituirla con algo más aburrido, pero tal vez más útil para mantener abiertas las líneas de comunicación honesta desde preescolar hasta la adolescencia. Tal vez, algo como: “tener conversaciones sobre inquietudes”. Eso es algo que siempre quieres que tu hijo o hija te cuente.
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