Los padres que tienen dificultades manteniendo la paz entre hermanos podrían preguntarse si sus hijos llegarán siquiera a dirigirse la palabra cuando sean adultos, y mucho menos a ser amigos. ¿Qué ocurrió con el sueño de tener hijos que fueran mejores amigos? Criarse juntos no garantiza una amistad perpetua, pero los padres pueden adoptar medidas para ayudar a que sus hijos se vuelvan amigos… con el tiempo. Además, debido a que esta relación entre hermanos probablemente será las más duradera de sus vidas, rendirá sus frutos si la relación es positiva. Aquí tienes nueve formas de fomentar el vínculo afectivo entre tus niños.
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Reconocerse cada uno como individuos.
Incentiva sus diferencias y preferencias individuales, pero evita compararlos o etiquetarlos. Si consideras a uno de tus hijos como “el inteligente” y al otro como “el artístico”, ellos pensarán lo mismo y eso creará fricción entre ellos.
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Evita el favoritismo.
Podría sonar obvio, pero ten en cuenta que los niños podrían interpretar tus acciones de manera contraria a tu intención, sobre todo si uno de ellos es más propenso a meterse en problemas.
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Enséñales a resolver sus propios conflictos.
Los hermanos se ayudan entre sí a aprender sobre la resolución de conflictos, afirma Laurie Kramer, profesora de Estudios Familiares Aplicados y directora fundadora del Family Resiliency Center en la Universidad de Illinois. Sin embargo, su conocimiento sobre resolver disputas no es innato. Necesitan guía y ejemplo de tu parte.
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Sé justo.
Los niños suelen pensar que “justo” significa equitativo. Si no puedes tratarlos de forma equitativa a causa de la diferencia de edad, por ejemplo, explica esa distinción.
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Enséñales a comunicarse.
Los niños podrían olvidar que sus hermanos no pueden leerles la mente. Ayúdales a comunicarse entre sí lo que sienten, lo que quieren y lo que necesitan.
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Creen buenos recuerdos.
Los hermanos pasan mucho tiempo juntos. Contribuye a que la mayor parte de ese tiempo sea de calidad, donde interactúen de forma positiva.
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Bríndales espacio.
Busca la manera de proporcionarle espacio personal a cada uno de tus hijos y enséñales a respetar el espacio de los demás. En algunos casos, esto podría referirse a las ocasiones cuando se encuentren en la misma área, pero no quieren ser molestados o interrumpidos por los demás.
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Establece reglas familiares y expectativas.
Si una de tus reglas prohíbe los insultos, no los permitas.
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Incentiva una conducta cariñosa.
O “lávales el cerebro”, indica la madre bloguera Amanda White. Cuando sus hijos eran pequeños (y resultaba sencillo), los hacía abrazarse y decir: “¡Te quiero!” antes de dormir. Relata que les dice con regularidad: “¡Ella es tu mejor amiga!” y “¡serán mejores amigos por siempre!”. “¿Y saben qué?”, escribe White, “¡Lo creen!”.
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